Lucha o aceptación

Cargamos con la información biológica de nuestro cerebro reptiliano. Estamos programados para sobrevivir, lo cual nos hace estar predispuestos a la defensa. Tenemos un componente agresivo innato que se suaviza en sociedad. Entramos en lucha para proteger nuestra integridad, pero tanto es así, que en muchos individuos está preocupantemente desarrollada la voz de alarma, estando a la defensiva de manera continua.
Actualmente nuestros mecanismos mentales son más enrevesados. Aunque nuestra integridad física no peligre, nuestra seguridad intrapersonal y nuestras emociones se han hecho tan vulnerables que mantenemos de manera inncesaria una actitud de ataque, lo cual, a menudo, sólo evidencia un estado de falta de paz interior.
Raúl Horche, uno de mis mejores amigos y el mejor profesional en España en lo referente a la alineación del cuerpo y la optimización del movimiento, siempre recuerda que hay dos formas de relacionarse con el ambiente en que vivimos y que determinan la postura de nuestro cuerpo. El mundo que te rodea puede ser tu aliado o tu enemigo, según si crees que está lleno de posibilidades o de ataques. Todos hemos vivido en los dos bandos, pero yo acabo de elegir el primero para instalarme.

Cuando sentimos una amenaza (aunque no sea real) nos ponemos a la defensiva. Una amenaza puede ser cualquier situación cotidiana que se salga de nuestro control o que choque con nuestras creencias. Consciente o inconscientemente, establecemos límites con los demás y con nosotros mismos. Reaccionamos contra todo cuidando que nadie supere la barrera.  
Permanecer en un continuo estado de alerta agría nuestro caracter y nos hace vivir a medias. Creemos que todo lo externo nos va a hacer daño y el temor se apodera de nosotros, lo malo es que esta dinámica, la mayoría de las veces, es inconsciente. El mal carácter es el disfraz de un exceso de sensibilidad y vulnerabilidad.
En muchas ocasiones, levantamos las orejas y ladramos sin comprender la maniobra que estamos viviendo y el significado de esa situación en nuestra vida.

Nos han inculcado la idea de que la vida es lucha continua. Esta premisa, que puede ser el germen de una actitud fuerte y positiva, en muchas ocasiones se convierte en la mejor excusa para enseñar los dientes. Cuando creemos vivir bajo una amenaza continua generamos actitudes de rabia, miedo encubierto y crítica automática hacia los demás. Pero el ataque no está fuera sino dentro, aunque no queramos o sepamos verlo, el ‘problema’ lo tenemos nosotros.

Todo lo que aparece en nuestra vida son posibilidades de evolución personal, cuando convertimos esta premisa en ataque, la guerra se hace infinita.
Luchar continuamente es muy cansado, desgasta, amarga y oxida la armadura en nuestro cuerpo y en nuestros sentimientos. Construimos patrones mentales que fortifican nuestro miedo haciéndonos creer que un carácter fuerte es siempre una virtud, pero esto nos aisla de todo lo que podemos crear a través del amor y la ternura. Lo sé porque he pasado muchos años reaccionando contra muchas cosas antes de cuestionarme a mi misma.

Dejar de luchar y aceptar lo que nos ocurre trae la paz a nuestra vida. Watch out!! Esto nunca supone conformismo. Significa dejar de pelear con el mundo y, primeramente, con nosotros mismos. Rendirnos es necesario. Rendirnos a la vida con humildad. Observar, reconocer, ACEPTAR, perdonar, soltar y darnos una nueva oportunidad para vivir serena y plenamente.
Nota. Investigar sobre Ho’ponopono (técnica de sanación hawaiana) : GRACIAS, LO SIENTO, TE AMO, POR FAVOR PERDÓNAME. Palabras que van dirigidas directamente a nuestro inconsciente, que actúan en toda la profundidad de nuestras memorias y nos liberan devolviéndonos la paz y permitiéndonos vivir plenamente.
Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s